Me siento tan catastróficamente apática (o tan apáticamente catastrófica) que preferiría no hacerme mayor. Ahora es cuando una se da cuenta de ese síndrome de Peter Pan que a todos nos llega alguna vez avanzada la adolescencia. Cada persona debe cargar con su cúmulo, y el de cada persona es más grande que la misma persona, aumentando a medida que esa persona cumple años.
Cosas que parecen imposibles ahora, cosas que parecían imposibles, de las que ahora ni recuerdas el esfuerzo que invertiste para conseguirlas o la ansiedad que te provocaron. Y problemita a problemita, vamos llegando a la tumba.
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